Esta tarde, cuando paseaba a nuestra perra Maka, me encontré con Oliver y un amigo suyo. Me paré, los saludé y me alegré enormemente por dos razones: la primera por volver a ver a Oliver después de mucho tiempo y, la segunda, porque estaba totalmente sereno. A alguien le puede parecer gracioso, pero no lo es. Oliver estuvo unos meses en un centro de desintoxicación porque su desesperación lo llevaba a beber y casi siempre andaba bebido cuando íbamos a llevar los macarrones.
Hablé con el un rato y lo invité a venir a casa a por algo de comida. Su amigo no vino pues tenía prisa por llegar a una cita que tenía.
Lo primero, un vaso de leche calentita.
Mientras hablábamos nos contaba que se juntan varios compañeros en un edificio abandonado con muchas habitaciones y que puede haber unos 200 africanos (palabras textuales). El, junto con cuatro compañeros, reunen las monedas que consiguen y compran aquello que más falta les hace y nos decía que les faltaba un plato para cocinar. Yo le enseñé uno pero me dijo que no, que eso no era el plato al que se refería. Después de un rato comprendimos que lo que necesitaban era un quemador. Así que como teníamos el que usábamos cuando empezamos con el macarrón se lo enseñamos y... se le abieron los ojos de alegría al saber que ya tenían su "plato para cocinar". Nos comentó que también habían comprado la goma del gas y la piña (o espita). Le preparamos un par de sartenes para que se las llevara.
Luego le preparamos un poco de comida y unos platos y tenedores para su "cocina".
Paula le envolvió los platos en papel para que fueran un poco más protegidos de los golpes.
Se llevó unos zapatos de su talla. Le pregunté que si no le gustaban no pasaba nada por no llevárselos. Y me contestó: Manuel, nosotros aceptamos todo lo que nos ofreces". Hemos quedado en comprarle unas botas trekking de su talla (44) que en Carrefour están ahora a 9 euros.
Y unas de las mantas que nos trajeron Rosa y Amparo.
Y una foto antes de marchar, siempre solemos preguntarles si no les importa que hagamos fotos, y le explicamos que el blog vive de eso y así la gente que nos sigue se anima a seguir colaborando, entonces, Me dijo en un tono de voz muy humilde y seguro de lo que decía : - los limpios de corazón no tienen miedo de hacerse fotos y que los vean.
No se quién tenía más alegría, si Oliver por las cosas que llevaba para compartir con sus compañeros de fatiga o Paula por ver la cara de felicidad de Oliver.
QUE BUENO VER A PAULA Y AL JOVEN CONTENTOS, CON MUCHA ALEGRIA. LILA
ResponderEliminarla actitud de pauli y manuel es digno de imitar, no ocuparnos tantos de nosotros sino de los demas... lila
ResponderEliminarpai y mai dicen saludos a los chavales...
ResponderEliminarMuchas gracias por estas palabras, siempre insistimos en que la historia de la estrella de mar nos impulsa a seguir haciendo pequeñas cosas, sabiendo que Dios nos guía, nos bendice, nos mira y nos da el ok para seguir.
ResponderEliminarGracias por empatizar con nuestra tarea.
Los queremos mucho!
Precioso todo lo que hacéis. Cosas como esta devuelen un poquito la confianza en el ser humano.
ResponderEliminarSeguir así, sois ejemplo.
Saludos