Cuando ya estaba la paella en la mesa, los hijos de Manuel, Alvaro y Manu, llamaron por teléfono avisando que no podrían asistir. Paula, la esposa de Manuel, cuando vió su cara de tristeza intentó animarlo y le recordó aquella intención que tuvieron siempre de hacer y compartir precisamente una paella con algunos de los xavales subsaharianos que veíamos cruzar cerca de casa y aparcando coches.
Tres platos de paella se trasformaron al domingo siguiente en pasta, que luego se transformó en un plato único: Macarrones a la boloñesa con carne de ternera.